DULCE PERDICIÓN
Soy un ataúd abierto con fotografías pasadas, tomadas a la luz del día, pero filtradas en sepia. Soy el pasado que Skel intentó buscar; él era la salvación que yo necesitaba. Cuando lo vi morir, grité por él cada noche. Pero entonces todo se detuvo. Mis gritos fueron bruscamente amortiguados por la crueldad, y más aún por el dolor pintado de mariposas azules.
Siempre obtengo lo que quiero sin mirar atrás, pero con Cillian todo huele a caos.
La primera vez que lo vi fue en el pabellón seis de un hospital psiquiátrico.
Le prometí una cita al pensar que nunca saldría de ahí, ahora su presencia me
acecha y quiere que cumpla mi promesa.
Este hombre es un enigma y quiere todo lo que pueda darle.
Por más que intento alejarlo él es mi salvador y ahora soy yo la que debería de estar encerrada.
Hay una línea delgada entre los dos que sabe a dulce y perdición y que pronto cruzaremos.
Ahora mi salvador tiene un precio, uno que estoy dispuesta a pagar con mi vida y no lo lamentaré.